Alteraciones psicológicas y emocionales: cómo abordarlas

Las alteraciones psicológicas y emocionales son síntomas mentales que pueden presentarse tanto antes de que se desencadene una demencia como durante su curso. Estos síntomas incluyen alteraciones emocionales, conductuales y del pensamiento, y son especialmente comunes en las personas mayores. En este artículo, exploraremos las diferentes alteraciones psicológicas y emocionales, cómo afectan a las personas y cómo abordarlas de manera efectiva.

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Contenido

Alteraciones emocionales: Depresión y ansiedad

Las alteraciones emocionales más conocidas son la depresión y la ansiedad. Estas alteraciones pueden ser intrínsecas al deterioro cognitivo o independientes de él. La depresión y la ansiedad generan emociones y cogniciones negativas, así como sufrimiento y angustia en las personas que las experimentan. Estas alteraciones pueden ser especialmente molestas, ya que afectan tanto a nivel emocional como cognitivo.

Alteraciones conductuales: Exceso y defecto de actividad

Las alteraciones conductuales suelen tener un componente disruptor más social. Pueden manifestarse como un exceso de actividad o conducta, como gritos, agresividad o acciones verbales o motoras repetitivas. También pueden manifestarse como una falta de actividad o conducta, como apatía o inhibición. Estas alteraciones conductuales pueden ser muy limitantes para la relación de la persona con su entorno personal y social.

Alteraciones del pensamiento: Delirios y alucinaciones

Las alteraciones del pensamiento, como los delirios y las alucinaciones, pueden ser especialmente limitantes para la relación de la persona con su entorno. Estas alteraciones pueden generar confusión y dificultad para distinguir la realidad de la fantasía. Tener en cuenta que las alteraciones emocionales y del pensamiento están directamente relacionadas con las conductas, ya sea por exceso o por defecto.

Abordando las alteraciones psicológicas y emocionales

El abordaje de las alteraciones psicológicas y emocionales comprende diversos factores. En primer lugar, es importante realizar una evaluación de los síntomas para comprender los posibles factores que los desencadenan. Esto puede incluir el uso de escalas específicas, observación sistematizada e información proporcionada por los cuidadores y familiares.

Una vez obtenida esta información, se puede diseñar la mejor manera de intervenir según las características específicas del problema y las singularidades del individuo. Es fundamental tener en cuenta los factores personales, gustos y personalidad de la persona a la que va dirigida la intervención. Las intervenciones pueden ser grupales o individuales, dependiendo del objetivo propuesto.

En el caso de conductas que limitan la interacción con los demás, ya sea por un comportamiento disruptivo o por falta de respuesta, es útil utilizar técnicas y terapias grupales. Estas terapias permiten reforzar y entrenar conductas y habilidades sociales, evitando el aislamiento social tan común en las personas mayores. Por otro lado, las terapias individuales están diseñadas para trabajar alteraciones cognitivas específicas, alteraciones emocionales en personas con deterioro leve y el componente cognitivo de los trastornos.

En algunas ocasiones, las alteraciones conductuales pueden indicar una necesidad o demanda subyacente. Estas necesidades pueden ser biológicas o médicas, como un deterioro cerebral o una descompensación farmacológica, o pueden estar relacionadas con necesidades afectivas, falta de estímulos o déficits de interacción con los demás. Es importante buscar algún tipo de recurso terapéutico, adaptando las estrategias a cada etapa de la demencia y al nivel de deterioro cognitivo.

Estrategias terapéuticas para diferentes estadios de la demencia

En el caso de un deterioro leve, se pueden utilizar estrategias terapéuticas como la estimulación cognitiva, el entrenamiento cognitivo y la rehabilitación cognitiva. Estas estrategias tienen como objetivo mejorar y/o ralentizar el deterioro de las capacidades cognitivas. También pueden ser útiles ayudas externas, como calendarios, agendas y aparatos de comunicación, para suplir carencias que generen malestar.

En cuanto a las alteraciones conductuales, es necesario abordarlas mediante una intervención conductual que incluya un análisis funcional de la conducta, intervenciones físicas y del espacio, y terapias sensoriales. Estas terapias pueden ayudar a regular los componentes emocionales perturbadores y mantener la humanización de la persona mayor.

En casos de deterioro moderado y grave, es fundamental estudiar el entorno y utilizar terapias sensoriales y musicales que estimulen los sentidos básicos del usuario. Estas terapias permiten reconectar con el cuerpo y el entorno, generando momentos de disfrute y placer en el presente.

Las alteraciones psicológicas y emocionales son síntomas mentales que pueden afectar tanto a nivel emocional como cognitivo. Su abordaje requiere de una evaluación exhaustiva y adaptación a las necesidades y características individuales. Con el uso de estrategias terapéuticas adecuadas, es posible mejorar la calidad de vida de las personas que experimentan estas alteraciones.

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