Cómo hablarle a un niño: consejos de comunicación para padres

Cada interacción que mantienes con tu hijo o hija constituye una forma de comunicación. No solo son importantes tus palabras: el tono de voz, la mirada y los besos y los abrazos que les das también les transmiten un mensaje. La manera en que te comunicas con tus hijos no solo les enseña a comunicarse con los demás, sino que determina su desarrollo emocional y su forma de entablar relaciones en el futuro.

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¿Qué tipos de comunicación hay?

Hay dos tipos de comunicación: la verbal y la no verbal.

La comunicación verbal es la forma en que nos comunicamos con palabras, e incluye elementos como:

  • El timbre y el tono de voz
  • Las palabras que utilizas
  • El dialecto o el uso de las palabras que tu hijo entiende mejor

La comunicación no verbal es la comunicación intencionada y no intencionada que se expresa a través del lenguaje corporal. Incluye, por ejemplo:

  • Las expresiones faciales
  • El contacto visual
  • El espacio personal
  • Los gestos que haces con las manos
  • El contacto físico, como los abrazos

Prueba estos nueve consejos para poner en práctica tus habilidades de comunicación verbal y no verbal:

Escuchar de forma activa

Escuchar activamente a tu hijo o hija le ayudará a sentir que le prestas atención y que lo entiendes. Gestos como sonrisas de ánimo o asentir para expresar una afirmación pueden demostrarle que estás escuchando lo que te dice y que te importa de verdad. Mantener el contacto visual mientras te habla puede ayudarlo a sentirse más seguro y conectado contigo.

Demuestra que estás escuchando atentamente haciéndole preguntas como “¿qué? , “¿por qué? y “¿cómo?”. Esto también ayudará a tu hijo o hija a mejorar sus propias habilidades de comunicación, ya que le enseñará a narrar una historia y saber qué detalles debe incluir.

Escuchar de forma reflexiva

Una manera excelente de demostrarle a tu hijo o hija que estás prestando atención a lo que te dice es actuar como un espejo. Repite lo que te dice utilizando otras palabras. Por ejemplo, si te dice: “Ya no juego con Marco , puedes responderle: “¿has dejado de jugar con tu amigo?. Esto lo animará a expresar sus emociones sin ser juzgado. ¡Te sorprenderá lo mucho que tiene que contarte!

Hablar con claridad

Utiliza un lenguaje que le resulte comprensible y sea adecuado para su edad. Habla de manera clara y específica y evita usar palabras peyorativas. El uso de un lenguaje cordial contribuye a dar un ejemplo positivo a tus hijos. Recuerda: la conversación debe hacer que se sientan respetados y queridos.

Evitar el chantaje

Ofrecer premios (por ejemplo, dulces) por comportamientos básicos puede darte una sensación de control a corto plazo, pero no te permite fijar límites claros y puede generar desconfianza entre tú y tus hijos. Intenta establecer expectativas claras y realistas de cómo te gustaría que se comportaran tus hijos, elogia su buen comportamiento cuando sea oportuno y utiliza consecuencias pacíficas que alienten una conducta positiva siempre que lo consideres necesario.

Expresar los sentimientos

Para que tu hijo pueda desarrollar su inteligencia emocional, es importante que aprenda a ponerle nombre a sus sentimientos. Si verbaliza lo que siente, escúchalo con empatía y sin juzgarlo. Trata de imaginar cómo se ve la vida desde su perspectiva. Si tu hijo expresa sus sentimientos de forma no verbal (por ejemplo, con una rabieta, riéndose o pasándolo bien haciendo una actividad que le gusta), ayúdalo a describir cómo se siente (feliz, triste, relajado, herido, asustado, hambriento, orgulloso, cansado, enfadado, indefenso, irritado, avergonzado o alegre).

Decir “he observado que…”

Cuando elogias a tu hijo por una acción concreta, contribuyes a que se sienta bien consigo mismo y a que sepa cuáles son los comportamientos que te gustan. En lugar de exclamar: “¡buen trabajo! , intenta ser más específico y dile: “he observado que…. Por ejemplo: “He observado que has ordenado todos tus juguetes al terminar de usarlos, ¡bien hecho!”.

Disfrutar juntos

A medida que crecen los hijos, la crianza puede volverse una tarea más compleja. Por eso es tan importante que se diviertan juntos y disfruten de mantener conversaciones alegres, ¡es una excelente manera de fortalecer su relación! Busca formas de relacionarte con tu hijo, como hacerle un comentario positivo acerca de un tema importante para él o ella, prestar atención a sus intereses o bromear juntos. Recuerda, ríete con tus hijos, pero nunca de ellos.

Centrarse en el comportamiento

Si te enfadas con tu hijo o hija por algún motivo, asegúrate de que tus críticas y tus comentarios aluden a su comportamiento y no a él o ella personalmente. Por ejemplo, en lugar de decir “no me gusta que seas desordenado , prueba a decir “no me gusta que dejes la ropa tirada en el suelo.

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Dar ejemplo

Ten en cuenta el ejemplo que estás dando. Los progenitores son la introducción de los niños al entorno. Lo que te ven hacer es tan importante como lo que te escuchan decir.

Hazles promesas solo si tienes la certeza de que podrás cumplirlas. Esto te ayudará a fomentar y mantener la confianza mutua.

Recuerda: transmitir amor y cordialidad es la mejor forma de estrechar el vínculo y comunicarte con tus hijos.

Los padres siempre queremos que nuestros hijos sean felices. Para ello tenemos que tener cubiertas necesidades básicas como su alimentación, su higiene o su descanso. Pero también nuestros hijos tienen necesidades afectivas con las que deben contar en su infancia y adolescencia.

Un hijo necesita experimentar el afecto de sus padres, es el modo de adquirir la autoestima y la seguridad necesaria que le permitirá alcanzar su autonomía personal. “Dar al niño el afecto que necesita no significa ser excesivamente tolerante con él ni sobreprotegerle. El niño puede sentirse querido a pesar de que se le reprenda cuando es necesario, si nota que esto se hace con cariño y rigidez a la vez. Es importante premiar los logros, esfuerzos y conductas correctas que el niño va realizando, reforzando de este modo conductas que se van a mantener a la larga y sancionar aquellas que pueden ser nocivas para su desarrollo psicológico y social”, se explica en Educar en la afectividad.

Los adolescentes siguen necesitando el afecto constante de los padres incluso más que en la infancia. En muchas ocasiones se muestran esquivos y nos rechazan pero en el fondo necesitan sentir nuestro cariño. Aunque para ellos sus amigos son fundamentales su familia es siempre su punto de apoyo fundamental.

Ideas para dar apoyo emocional a nuestros hijos:

Tenemos que decirle que le queremos

Es importante que todos los días busquemos un momento para decirle a nuestro hijo que le queremos y que sienta que estamos pendiente de él. No solo tenemos que pensarlo sino también tenemos que verbalizarlo. Saber que su familia le quiere y le apoya es básico para reforzar su autoestima. Si no lo hacemos, es posible que nuestro hijo no sienta todo nuestro cariño y apoyo.

Tiempo en cantidad

Durante años se ha extendido el concepto de tiempo de calidad. Pero quizás esa idea hay que revisarla porque los niños necesitan pasar muchas horas con sus hijos. Quizás ha sido la forma de justificar nuestras ausencias por motivos laborales. No solo hay estar cerca de ellos todos los días sino que tenemos que dedicarles nuestro tiempo cuando nos piden ayuda o cuando quieren jugar con nosotros. El tiempo de calidad no puede sustituir nunca al tiempo en cantidad.

Ayudarles a gestionar sus emociones

Nuestros hijos tienen que aprender desde pequeños a aprender a gestionar sus emociones. Normalmente lo suelen conseguir cuando siguen el ejemplo de sus padres. Nuestra actitud ante los enfados, berrinches y rabietas es fundamental. Tenemos que comprender sus miedos, sus problemas y sus afectos. Además debemos dar ejemplo con nuestra reacción ante los obstáculos y dificultades. No podemos pretender que nuestro hijo no se enfade si nosotros lo hacemos ante el primer problema.

Establecer límites y normas en casa

Los niños necesitan desde pequeños conocer los límites y las normas. Tienen que saber que no pueden jugar con la tablet cuatro horas seguidas o comer con la televisión. Necesitan saber hasta dónde pueden llegar y cuál es su papel en la familia. Desde pequeños deben tener pequeñas obligaciones en la familia como ordenar su habitación o poner la mesa. Los límites son importantes para su desarrollo y para la convivencia familiar.

Un padre siempre es un padre

Es importante que nuestros hijos no vean como padres y madres. No somos sus amigos y menos sus criados. Tienen que saber que no estamos a su entera disposición y tampoco somos sus compañeros del colegio. Los padres somos padres y es importante que desde pequeños lo comprendan.

Siempre refuerzo positivo

Otra de nuestras funciones es apoyar siempre a nuestros hijos. Tenemos que valorar los esfuerzos que hacen en su vida diaria y decírselo. No solo les tenemos que recriminar lo malo sino también comentarles lo que han hecho bien. El apoyo de la familia es fundamental para su desarrollo como personas responsables. También debemos fomentar su autonomía para que vayan aprendiendo a vestirse y por ejemplo a hacer sus deberes solos. Tenemos que apoyarles pero intentando que cada día sean más autónomos.

Ayudarles a pensar y reflexionar

Por último los padres tenemos que fomentar la reflexión y la curiosidad en los niños. Hay que favorecer que se paren todos los días unos minutos a pensar qué han hecho bien o mal. Nuestros hijos tienen que saber cuáles de sus comportamientos son positivos y negativos para comprender las consecuencias de su conducta.

Las necesidades afectivas de nuestros hijos son tan importante como la alimentación o la higiene y pueden afectar a su salud mental. Las madres y los padres somos piezas fundamentales en esta seguridad afectiva en su infancia y en su adolescencia.

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