Violencia filio-parental: causas, ciclo y soluciones

La violencia filio-parental es un tema alarmante que ha aumentado en los últimos años. Los medios de comunicación han tratado este tema a través de programas televisivos que buscan concienciar y mostrar la realidad de esta situación. En este artículo, exploraremos qué se entiende por violencia filio-parental y analizaremos el ciclo de violencia seguido por los agresores.

Contenido

¿Qué es la violencia filio-parental?

La violencia filio-parental es una variante de la violencia intrafamiliar, pero en este caso, son los hijos quienes ejercen conductas de maltrato hacia sus progenitores o aquellos que ejerzan de progenitores. Estas conductas son conscientes, intencionadas y se repiten en el tiempo, causando daño y sufrimiento a los padres. Aunque el daño no siempre se materializa, la existencia de este tipo de violencia no puede negarse.

La violencia puede manifestarse de manera psico-emocional, física o económica, y tiene como objetivo obtener control, dominio y poder sobre los padres para conseguir lo que desean.

Causas de la violencia filio-parental

Según diversos estudios, la mayoría de los hijos que ejercen violencia contra sus padres han presenciado o sufrido situaciones de violencia familiar. Esto indica que los menores son más propensos a repetir estos comportamientos en el futuro. Otro factor determinante para la aparición de esta violencia es la falta de límites, supervisión y control, así como la pérdida de autoridad parental.

Ciclo de violencia

La violencia filio-parental sigue un modelo cíclico similar a otros tipos de violencia. Este ciclo consta de tres fases:

  • Fase de acumulación de tensión: Durante esta fase, el hijo acumula tensión debido a los enfrentamientos con sus padres. La tensión va en aumento ya que no existen factores que la desactiven.
  • Fase de explosión: En esta fase, se produce la situación de violencia descontrolada.
  • Fase de arrepentimiento: Tras la explosión de violencia, el hijo experimenta un falso arrepentimiento. Sin embargo, este arrepentimiento suele ser el comienzo de una nueva acumulación de tensión que culminará en otro episodio violento.

Actitudes de las partes involucradas

En cada una de las fases del ciclo de violencia, tanto los progenitores como los hijos presentan diferentes actitudes:

En la primera fase, los progenitores muestran una actitud suave y conciliadora, intentando reducir el estrés familiar. Sin embargo, el hijo interpreta esta actitud como una rendición y comienza a exigir agresivamente sus pretensiones, dejando sin autoridad a sus progenitores. Ante esto, los padres cambian su actitud a una más hostil y severa, lo que lleva a una nueva acumulación de tensión.

En la segunda fase, el hijo lleva a cabo ataques más intensos y frecuentes, lo que paraliza a los padres y reafirma la situación de supremacía del hijo. Este ciclo se repite una y otra vez.

Características de la violencia filio-parental

La violencia filio-parental rara vez es denunciada. Los padres suelen sostener la situación durante mucho tiempo antes de buscar ayuda externa. Esto genera una cifra oscura que no puede ser medida ni controlada.

Además, los padres se ven cada vez más condicionados por el comportamiento abusivo y reiterado de su hijo, lo que dificulta saber cómo manejar la situación correctamente. En ocasiones, esta violencia deriva en violencia intrafamiliar hacia otros familiares que conviven en el mismo entorno.

¿Cómo solucionar la violencia filio-parental?

La prevención es una de las formas más efectivas de abordar la violencia filio-parental. Los progenitores deben orientar la educación de sus hijos hacia ambientes de no violencia, confianza, diálogo y comprensión, evitando así la acumulación de tensión.

Si la prevención no es efectiva y se entra en el ciclo de violencia, es importante intentar modificar las actitudes y romper con la dinámica coercitiva. También es fundamental reconocer la situación y buscar ayuda externa antes de que empeore.

La violencia filio-parental es un grave problema que afecta tanto a los padres como a los hijos. Los progenitores se sienten impotentes, deprimidos, culpables y vencidos. Es necesario tomar conciencia de esta realidad y actuar en consecuencia, poniendo énfasis en la prevención y la educación como herramientas clave para abordar este problema.

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