Formar una familia ya no es un estigma social impuesto, aunque juzgar las decisiones ajenas siga estando a la orden del día. Cada vez es más común encontrar en los jóvenes el deseo de no tener hijos, y los motivos son muchos y diversos, aunque Aragón puede presumir de que es de las pocas comunidades españolas en las que la natalidad ha aumentado ligeramente en lo que va de año respecto a otras comunidades (+7,7%).
¿Cómo se llaman las parejas sin hijos?
Según los expertos, los principales motivos que explican esta baja natalidad responden a no tener una estabilidad laboral, la falta de políticas de conciliación, la inseguridad económica o el incremento del coste de la vida y la vivienda, entre otras. Pero hay parejas que toman la decisión de no tener descendencia.
Las parejas que no tienen hijos tienen nombre, se les llama DINK, que es el acrónimo que significa “dual income, no kids” (doble ingreso, sin hijos), termino que se usó por primera vez en la década de 1950 en Europa y Estados Unidos y que hoy en día define a muchas de las parejas jóvenes españolas.
En términos generales son parejas que, al no tener el deseo de formar una familia, buscan priorizar la estabilidad económica y la proyección de sus carreras laborales y que, al no tener hijos, sus ingresos van destinados al ocio y disfrute personal. Según datos del INE, la cifra de hogares bajo este modelo ha crecido en 50.000 en los últimos 5 años y ya suma 2,8 millones en toda España, un 15%.
Por otro lado encontramos el término DINKY (Dual Income No Kids Yet; es decir, doble ingreso sin hijos todavía). Estas serían las parejas que retrasan el momento de convertirse en padres, pero sí lo tienen en el radar. El motivo principal de estas parejas por retrasar el formar una familia suele ser por motivos financieros, y es que muchas familias aseguran que tener hijos es «caro» para los sueldos tan bajos con los que cuentan algunas parejas, algo que les hace «inviable» tener hijos.
La realidad es que la mayoría de las parejas se lo piensan más antes de tener hijos, lo que está retrasando las edades a las que se empiezan a tener. El ámbito laboral suele ser otro de los temas que hacen que muchas mujeres tengan que retrasar sus deseos de ser madres.
Hay otra corriente que se une a la de los DINK, en la que a la ecuación de 1+1 se une un tercero, en este caso un perro. A este grupo de les llama DINKWAD, que son las parejas sin hijos con un perro. Recordando que estamos en un momento en el que, según los datos, hay más perros que niños, no es extraño que las tasas de natalidad continúen temblando.
En términos absolutos, hay 65130 menores de catorce años y 280.821 perros, por lo que hay casi 1,5 animales de esta especie por cada niño.
Aunque a estas ecuaciones siempre hay excepciones, como son los jóvenes que aún creen que la decisión de tener hijos solo pasa por el deseo de tenerlos, y que lo demás se irá «apañando» poco a poco.
¿Cómo superar el hecho de no poder tener hijos?
Cuando una pareja que no puede tener hijos suele producirse un punto de inflexión en su relación que pone a prueba su solidez. La situación puede ser tan traumática o estresante como la muerte de un familiar, un divorcio o “incluso con una enfermedad crónica como ser portador del VIH”, explica la psicóloga del Instituto Sexológico Murciano, Elena López Rogel. Muchas parejas se replantean incluso la ruptura cuando tienen que lidiar con las sensaciones de culpa, pérdida, impotencia, falta de control, baja autoestima y gran carga emocional derivadas de esta situación.
Pese al estrés que genera que la mujer no pueda quedarse embarazada, enfrentarse a la infertilidad puede fortalecer la relación si se afronta de manera correcta y dependiendo de las habilidades de los miembros para adaptarse a la nueva realidad y buscar alternativas.
Tras conocer la noticia, lo más común es que las parejas intenten someterse a tratamientos médicos, relaciones sexuales programadas e intervenciones quirúrgicas. “Todo esto supone una carga para su vida diaria que acaba afectando a su estado emocional, físico y social”, señala la especialista.
Aceptar la situación
También es frecuente entrar en estado de shock y tener dificultades para aceptar la situación, que es lo primero que hay que hacer. “Hay parejas que responden con sentimientos de incredulidad mientras que, por otro lado, podríamos encontrarnos con reacciones de negación en las que se piensa que el diagnóstico es equivocado y se buscan más opiniones médicas”, advierte López.
No buscar culpables
Pero, sin duda, la reacción más habitual es la de la culpabilidad o la culpabilización de una de los miembros de la pareja. En el caso de la culpabilidad, la mujer o el hombre siente que está privando a la otra persona de tener hijos, mientras que, en otros casos “la pareja puede culparse entre sí por su incapacidad de concebir, experimentando sentimientos de resentimiento y rabia entre ellos”, señala la psicóloga. Ante el diagnóstico irrevocable, hay que intentar evitar señalar al otro como el causante de la situación porque solo va a perjudicar la relación.
Comunicarse, expresarse y apoyarse
La comunicación entre los dos miembros es esencial para seguir adelante, así como no descuidar la vida individual y en pareja. “Algunas tienen al aislamiento social como sistema de protección ante sentimientos de rabia o la envidia ante otros familiares o amigos que no tienen este problema”, indica la experta. Una visión compartida del problema entre ambos miembros hará que la situación sea más saludable y llevadera y será más fácil pensar con qué otras opciones cuentan para tener hijos o afrontar un futuro sin ellos.
Pese a la tristeza, es importante apoyarse en el otro y comunicar los miedos y sentimientos para evitar crear un clima de tensión y angustia. Si uno de los dos se aísla y reprime sus sentimientos para no hacer daño al otro, podría darse el efecto inverso. “La otra persona puede experimentar desatención provocando resentimiento y la creencia de que éste no está experimentando sus mismas emociones”, asevera López.
No perder la espontaneidad
Las relaciones sexuales también pueden verse afectadas en la mayoría de las ocasiones. La experta advierte que, tanto la calidad como la frecuencia de estas podrían disminuir, por un “bajo deseo sexual, problemas de eyaculación e insatisfacción sexual general”. Una buena comunicación diaria y compartir tiempo y experiencias juntos hará que la pareja se sienta más unida y que esta situación sea solo puntual o transitoria. La espontaneidad es clave para construir relaciones sexuales sanas, por eso, programar los encuentros y asumirlos como una finalidad para tener hijos, también puede dañar la relación además de dificultar las posibilidades de concebir.
Acudir a un profesional
Pese a que se pueden ir dando pequeños pasos juntos, Elena López recomienda el apoyo psicológico profesional en la mayoría de los casos. El psicólogo les ayudará a “normalizar sus sentimientos ante la infertilidad, expresar abiertamente sus emociones con el fin de devolver el adecuado equilibrio a la pareja y ayudarles en la búsqueda de soluciones y alternativas ante la posibilidad de un futuro sin hijos”, concluye.
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