El machismo psicológico, también conocido como micromachismo, se refiere a aquellas conductas sutiles y normalizadas que los hombres emplean para mantener su poder y dominación sobre las mujeres en nuestras sociedades. Aunque el machismo tradicional ya no es socialmente aceptado, los micromachismos persisten y son ampliamente tolerados.
¿Qué son los micromachismos?
El término micromachismos fue acuñado por el psicoterapeuta argentino Luís Bonino para referirse a esas acciones casi imperceptibles que los hombres realizan en su vida cotidiana para mantener su posición de poder sobre las mujeres. Estas acciones incluyen estrategias, gestos y actitudes que se transmiten de generación en generación.
Los micromachismos no son actitudes descarnadas, sino que se presentan de manera sutil y naturalizada. Aunque pueden parecer inofensivos, tienen consecuencias negativas en la vida de las mujeres, ya que restringen su autonomía y equilibrio mental, perpetuando la desigualdad de género en todos los aspectos de la vida.
Ejemplos de micromachismos
Los micromachismos se manifiestan en diferentes ámbitos de la vida, desde lo familiar hasta lo laboral y público. Algunos ejemplos comunes incluyen:
- Delegar a las mujeres las tareas del cuidado y explotar su tiempo y energía.
- Controlar el dinero y asumir que los hombres son los encargados de las finanzas.
- Establecer estereotipos de género desde la infancia, como asignar colores específicos a niñas y niños.
- Promover juegos y actividades diferentes para niñas y niños, reforzando estereotipos de género.
- Explicar y condescender a las mujeres de manera paternalista, asumiendo que tienen menor capacidad de comprensión.
- Opinar y juzgar constantemente la apariencia de las mujeres en entornos laborales o públicos.
- Asignar a las mujeres la responsabilidad exclusiva del trabajo doméstico y del cuidado de la familia.
- Utilizar comentarios despectivos hacia las mujeres basados en estereotipos de género, como correr como una niña o llorar como una nena .
Impacto del micromachismo
Aunque los micromachismos pueden parecer acciones insignificantes, son una forma de violencia simbólica que contribuye a la desvalorización de las mujeres y a la perpetuación de la desigualdad de género. Estas conductas se relacionan con otras formas de violencia de género y pueden desencadenar efectos complejos y perjudiciales para las mujeres.
Los micromachismos son solo uno de los componentes de la violencia de género, pero su presencia cotidiana y su naturalización en nuestras prácticas requieren deconstrucción y cambio. Es fundamental cuestionar y modificar estas actitudes desde lo personal y lo colectivo, en todos los espacios donde interactuamos: en el hogar, en el trabajo y en la vía pública.
Desmontando el micromachismo
Para desmontar el micromachismo, es necesario empezar por cuestionar nuestras propias prácticas y reflexionar sobre cómo contribuimos a la reproducción de la desigualdad de género. Además, es importante promover otras masculinidades desde temprana edad, rompiendo con los estereotipos de género y fomentando relaciones igualitarias.
En el ámbito laboral, se han desarrollado protocolos para abordar el acoso sexual, el acoso laboral y el hostigamiento, lo cual constituye un avance en la lucha contra los micromachismos. Sin embargo, el cambio real requiere de un esfuerzo colectivo y constante para desnaturalizar estas prácticas y construir sociedades más igualitarias.
El machismo psicológico o micromachismo son formas sutiles de violencia de género que se perpetúan en nuestras sociedades. Aunque pueden parecer inofensivas, estas conductas tienen un impacto significativo en la vida de las mujeres, restringiendo su autonomía y perpetuando la desigualdad de género. Es necesario desmontar el micromachismo desde lo personal y lo colectivo, cuestionando nuestras prácticas y promoviendo relaciones igualitarias en todos los ámbitos de la vida.
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