Cómo distinguir entre el hambre físico y emocional

¿Cuántas veces nos hemos sorprendido a nosotros mismos comiendo sin control y sin necesidad? Me refiero a esa necesidad que debería estar detrás de todo acto de comer, que es el de nutrirnos o alimentarnos. ¿Acaso sabemos distinguir entre el hambre físico y el hambre emocional? La psiconutrición puede aportar algo de luz al respecto.

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Cómo saber si es hambre fisiológica

El hambre físico está provocado por un proceso interno, que se origina por la rotura del equilibrio homeostático, ante la necesidad de nutrirnos en ese momento. Es una señal que nuestro cuerpo nos envía para que le proporcionemos los nutrientes necesarios.

Sin embargo, cuando aparece el hambre emocional, no hay necesidad real de alimentarnos, y son nuestras emociones las que toman el control. Las emociones son procesos internos que nos ayudan a adaptarnos al ambiente, regulando nuestro comportamiento con el entorno y modulando de alguna manera nuestra respuesta.

Todas las emociones, tanto las que nos evocan sensaciones placenteras como las que nos provocan sensaciones desagradables, tienen su por qué. Sin embargo, en la sociedad actual parece que está mal visto sentir o manifestar las emociones que nos provocan sensaciones desagradables y a quienes lo hacen se les atribuye características como debilidad de carácter, descontrol o potencialmente peligroso.

Tener la capacidad de reconocer y poder expresar las emociones de forma adecuada tiene un efecto muy positivo para nuestra salud tanto física como psíquica.

Pero hablando de comer, está demostrado que el estrés, por ejemplo, suscita la conducta de comer como un modo de afrontamiento ante el mismo, convirtiéndose en un desencadenante de la sobrealimentación, promoviendo así el exceso de peso tanto en adultos como en niños.

No saber separar las emociones de la conducta de comer es la base sobre la que se trabaja desde la psiconutrición.

Cuando las emociones se gestionan como una amenaza, tendemos a inhibirlas sin buscar en el proceso una solución adecuada. Este proceso de cohibición emocional puede producir consecuencias psicológicas y fisiológicas adversas para las personas.

Sin embargo, cuando las emociones negativas se escuchan y se reinterpretan de forma positiva, se reduce la excitación y se incrementa la sensación de bienestar físico y psíquico.

Cómo diferenciar el hambre físico del hambre emocional

Quizás te hayas preguntado alguna vez cómo diferenciar los momentos en los cuales las emociones toman el control. Aquí te presentamos ocho preguntas que puedes hacerte para salir de dudas:

  • ¿Buscas comida por razones que no tengan que ver con tener hambre?
  • ¿Sabrías identificar entre hambre fisiológica o deseo de comer un alimento en concreto?
  • ¿Piensas frecuentemente en la comida?
  • ¿Te premias con la comida?
  • ¿Te consuelas con la comida?
  • ¿Te entretienes con la comida?
  • Cuando piensas en una celebración, ¿se te ocurren actividades diferentes a la comida?
  • ¿Disfrutas en otras actividades tanto como con la comida?

Nuestra vida afectiva se expresa también en la manera en la cual nos relacionamos con la comida. La conducta de alimentarnos está estrechamente unida al entorno emocional desde que venimos al entorno. Nuestra primera relación con nuestra madre es a través de su pecho, y la comida, nuestro primer alimento, está presente.

Se puede decir que casi todos los conflictos internos tienen una relación con la forma en la cual nos alimentamos. Nuestras carencias emocionales más intolerables se pueden compensar con déficits o con excesos con la comida, gestadas por el apremio de cubrir unas necesidades más psicológicas que biológicas.

Lo que nuestra mente oculta, nuestro cuerpo lo manifiesta.

Alimentación emocional: Cómo identificarla

Podemos estar hablando de alimentación emocional cuando se cumplen algunas de estas cinco claves:

  • No podemos experimentar tristeza, ansiedad, diversión o aburrimiento sin que la comida sea un medio para enfrentar esos sentimientos. Como una forma de distraer la atención de diferentes emociones.
  • Nos encontramos obsesionados con la comida y con la dieta.
  • Comer es una forma de retrasar una situación o un problema.
  • Comer es una forma de compensación por situaciones que pensamos que no deberían haberse producido.
  • Cuando debido al desasosiego o el estrés nos saltamos comidas o comemos sin saber qué o cuánto.

Tener en cuenta que la alimentación emocional puede llevarnos a un círculo vicioso, donde ingerir alimentos emocionalmente nos conduce a experimentar sentimientos posteriores de culpa y frustración, que solo pueden ser compensados con más comida.

Es fundamental aprender a diferenciar el hambre físico del hambre emocional. El hambre físico aparece gradualmente, podemos comer cualquier alimento disponible, podemos posponerlo, realizar otra actividad mientras esperamos, y nos sentimos satisfechos cuando hemos terminado. Por otro lado, el hambre emocional surge rápidamente, nos impulsa a buscar alimentos específicos, no podemos posponerlo y nos resulta difícil distraernos de él. Además, no nos sentimos satisfechos después de comer emocionalmente.

Reconocer y comprender nuestras emociones es un paso fundamental para evitar la alimentación emocional y lograr una alimentación más consciente y saludable.

Consultas habituales sobre el hambre emocional

¿Qué puedo hacer para controlar el hambre emocional?

Existen varias estrategias que puedes implementar para controlar el hambre emocional:

  • Identifica tus emociones y busca formas alternativas de manejarlas, como practicar yoga, meditación o hablar con un amigo.
  • Evita tener alimentos emocionales a tu alcance, como snacks poco saludables.
  • Aprende a diferenciar entre el hambre físico y emocional utilizando las preguntas mencionadas anteriormente.
  • Practica la alimentación consciente, prestando atención a tus sensaciones de hambre y saciedad.
  • Busca ayuda profesional si sientes que no puedes controlar el hambre emocional por ti mismo.

¿Qué alimentos son comunes en la alimentación emocional?

Los alimentos comunes en la alimentación emocional suelen ser aquellos ricos en azúcares, grasas y sal, como dulces, snacks salados y comida rápida. Estos alimentos suelen brindar una sensación temporal de placer y alivio emocional, pero a largo plazo pueden tener consecuencias negativas para la salud.

¿La alimentación emocional está relacionada con el sobrepeso?

Sí, la alimentación emocional puede contribuir al sobrepeso y la obesidad. Al comer emocionalmente, generalmente consumimos alimentos poco saludables en exceso, lo que puede llevar a un aumento de peso. Además, la relación poco saludable con la comida puede dificultar el establecimiento de hábitos alimentarios equilibrados.

¿Cómo puedo aprender a manejar mis emociones sin recurrir a la comida?

Aprender a manejar las emociones sin recurrir a la comida puede ser un proceso gradual. Algunas estrategias que puedes probar incluyen:

  • Practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda o la meditación.
  • Realizar actividades que te brinden alegría y satisfacción, como hacer ejercicio, pintar o escuchar música.
  • Buscar apoyo emocional de amigos, familiares o un profesional de la salud mental.
  • Explorar terapias alternativas, como la terapia cognitivo-conductual o la terapia del arte.
  • Construir una red de apoyo social y participar en actividades sociales que te hagan sentir conectado y feliz.

Recuerda que cada persona es única y lo que funciona para una puede no funcionar para otra. Encuentra las estrategias que mejor se adapten a ti y no dudes en buscar ayuda si sientes que necesitas apoyo adicional.

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