El conformismo es un fenómeno psicológico que ocurre cuando cambiamos de opinión o de comportamiento bajo la presión de otras personas, llegando a mostrarnos de acuerdo incluso con afirmaciones claramente erróneas. Es la prueba de que no somos tan individualistas como nos gustaría pensar y que a veces el deseo de integrarse puede resultar más fuerte que la necesidad de defender nuestras convicciones.
¿Por qué nos conformamos?
Son muchos los factores que parecen favorecer la conducta conformista. El tamaño y la unanimidad del grupo son algunos de los más importantes, de modo que cuanta más gente muestre su desacuerdo con nosotros, más probable es que empecemos a cuestionar nuestras creencias y nos conformemos. Pero también se ha observado que es suficiente con encontrar un solo aliado en todo el grupo para que la presión social se reduzca y con ello la probabilidad de conformarse. Esta, en cambio, aumenta si tenemos que responder en público y perdemos el anonimato.
El conformismo aumenta en los casos cuando percibimos semejanzas entre nosotros y las personas que ejercen la presión, por ejemplo, pertenecer al mismo grupo social. También parece haber diferencias entre sexos en lo que se refiere a la tendencia conformista, y que las mujeres suelen conformarse en mayor medida que los hombres. Esto puede deberse a que las mujeres normalmente tienen menos poder, un estatus social más bajo y ponen más interés en conservar la armonía grupal.
Otro factor que influye en el conformismo es la búsqueda de recompensas (caer bien) y la evitación de los posibles castigos derivados de contrariar a los demás (hacer el ridículo y pasar vergüenza). Sin embargo, una vez desaparecida la posibilidad de ser reforzados o castigados, dejaríamos de emitir la conducta conformista. Por otro lado, cuando cedemos a la opinión de la gente por falta de información, el comportamiento conformista puede mantenerse durante un periodo de tiempo más largo.
Se trata de los casos cuando nos mostramos de acuerdo con los demás porque percibimos que ellos son más competentes que nosotros y saben algo que ignoramos. Así, la necesidad de acertar, unida a la incertidumbre, nos empuja a imitar su comportamiento para no cometer un fallo y quedar en evidencia. Pero también podemos conformarnos porque queremos parecernos a alguien, normalmente alguien respetado o querido por nosotros, y lo que nos mueve entonces es su atractivo.
¿Qué consecuencias tiene el conformismo?
El conformismo potencia las relaciones armoniosas, evita conflictos entre los miembros del grupo y favorece la aceptación social. Sin embargo, la conducta conformista mantenida a lo largo del tiempo puede indicar algún problema psicológico importante, como el déficit de autoestima o la presencia de algún trastorno de personalidad. Sería la desconfianza en las propias aptitudes, un respeto exagerado por las normas y/o la excesiva necesidad de aceptación lo que motivaría el conformismo.
En estos casos, lo más recomendable sería acudir al psicólogo para aprender las estrategias necesarias que permiten lidiar con todo aquello que esconde la necesidad incontrolable de ceder a la opinión ajena.
El conformismo puede ser bueno y satisfactorio en algunas ocasiones, pero no en otras. En principio, es la actitud de la persona que acepta y asume cualquier circunstancia de la vida diaria, pública o privada, especialmente cuando es adversa o injusta.
El conformismo negativo, en cambio, se caracteriza por la resignación o indiferencia. Se trata de cambiar de opinión o de comportamiento bajo la presión del grupo al que pertenecemos, con el objetivo de caer bien a los demás y evitar los posibles rechazos derivados de expresar alguna discrepancia.
El conformismo individual puede llevar a la falta de debate y a una actitud despreocupada sobre cuestiones sociopolíticas. Por otro lado, el conformismo social, que propone adaptarse a lo que hay, genera una actitud de pasividad y resignación. El disidente puede ser tachado de insolidario y las presiones para que se adapte a esa mentalidad son constantes.
La prevención de este problema requiere educar a los hijos en la cultura del esfuerzo y fomentar la autoestima, para que valoren más sus opiniones y no tanto las de los demás. El inconformismo es un incentivo para el cambio y el progreso personal. Comprometerse con uno mismo, tener inquietudes personales, es necesario para avanzar y superarse.
¿El conformismo es siempre negativo?
No, el conformismo puede ser beneficioso en algunas situaciones, como potenciar las relaciones armoniosas y evitar conflictos en el grupo.
¿Cómo se puede distinguir entre conformismo y aceptación?
La aceptación implica una actitud consciente y reflexiva, mientras que el conformismo puede ser una respuesta automática y poco reflexiva ante la presión social.
¿Cómo evitar el conformismo negativo?
Es importante fomentar la autoestima y la confianza en uno mismo, así como educar en la cultura del esfuerzo y promover el debate y la discrepancia constructiva.
El conformismo es un fenómeno psicológico que ocurre cuando cambiamos de opinión o de comportamiento bajo la presión de otras personas. Son muchos los factores que parecen favorecer la conducta conformista, como el tamaño y la unanimidad del grupo, la percepción de semejanzas con las personas que ejercen la presión y la búsqueda de recompensas o evitación de castigos.
El conformismo puede tener consecuencias positivas, como potenciar las relaciones armoniosas y favorecer la aceptación social. Sin embargo, cuando se mantiene a lo largo del tiempo, puede indicar problemas psicológicos importantes, como el déficit de autoestima o la presencia de trastornos de personalidad.
Es importante distinguir entre el conformismo y la aceptación consciente y reflexiva. El conformismo negativo puede llevar a la resignación y a la falta de debate, mientras que la aceptación implica una actitud de aceptación consciente y activa.
Para evitar el conformismo negativo, es necesario fomentar la autoestima, la confianza en uno mismo y la cultura del esfuerzo. También es importante promover el debate y la discrepancia constructiva, para evitar caer en la conformidad automática y poco reflexiva.
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