Conducta violenta en la psicología: ¿qué hay detrás?

La conducta violenta es una emoción que en su mayoría es aprendida y se experimenta de forma subjetiva. Se manifiesta de manera rápida, espontánea y sin reflexión previa, generalmente como reacción a una situación percibida como injusta. La intensidad de esta emoción puede variar desde sentirse molesto hasta enfadado, culminando en emociones más intensas como la rabia o la ira.

Es importante evaluar la intensidad y duración del comportamiento agresivo. Cuando la ira y la agresividad se vuelven frecuentes o desproporcionadas, sin poder justificarse como una respuesta a una amenaza real, es diferente a cuando uno se enfada con menor intensidad o reacciona ante una situación como defensa.

Es fundamental destacar que cualquier situación puede generar un comportamiento agresivo, siendo más importante la interpretación que la persona realiza de la misma. Los comportamientos de los demás y los propios pueden llevarnos a actuar de forma agresiva según nuestra percepción o valoración de ellos. Un desencadenante de este comportamiento puede ser la percepción de mala intención en las acciones de los demás o la consideración de una situación como injusta. Si además, carecemos de habilidades para manejar la situación, la percibiremos como algo catastrófico. La persona agresiva se cree en el derecho de exigir a los demás otro tipo de actos y termina creando una imagen muy negativa de los demás o incluso de sí misma.

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Formas de manifestar la agresividad

No toda la agresividad se expresa de la misma manera. A continuación, se exponen distintas formas de manifestarla:

  • Algunas personas reconocen que son agresivas pero mantienen un gran control para no mostrarlo nunca. Dedican mucho tiempo a pensar sobre la situación amenazante y a generar altos grados de rencor, lo cual puede desembocar en actos agresivos futuros.
  • Otras personas perciben que no es conveniente mostrar su conducta agresiva, por lo que la aplazan y la expresan en un ambiente de mayor confianza o donde consideran que puede hacerlo sin graves consecuencias.
  • Existen casos de personas que no son capaces de enfrentarse a los demás, por lo que expresan su agresividad criticándolos a sus espaldas, generando un mal ambiente o incluso incitando a otros a confrontar con ellos.
  • Finalmente, hay personas que expresan su comportamiento agresivo de forma verbal y gestual, sin importar las consecuencias.

Consecuencias de la agresividad

Es importante destacar las consecuencias a corto, medio y largo plazo de este tipo de comportamientos:

  • A corto plazo, la persona agresiva puede conseguir lo que desea, ya que su receptor suele actuar por miedo de forma sumisa, permitiéndole obtener lo que desea y evitar un conflicto mayor.
  • A medio y largo plazo, pueden surgir problemas en las relaciones familiares, amistades, parejas e incluso a nivel laboral. Además, existe una incapacidad para tomar decisiones y actuar de manera no agresiva, y este tipo de comportamientos se repiten en el tiempo. También se ha observado un mayor riesgo de enfermedades físicas.

Identificación de una conducta violenta

La agresividad es uno de los aspectos que más afecta a las relaciones sociales. En terapia psicológica, se identifican ciertas características típicas de las personas agresivas:

  1. Tienen dificultades para convencer en debates y discusiones, ya que su enfado y frustración dificultan la capacidad de argumentar de manera calmada y racional.
  2. En las relaciones de pareja, suelen ser controladoras y expresar celos fácilmente.
  3. Tienen propensión a ver las bromas como una amenaza y se ponen a la defensiva por si acaso hay que hacerse valer ante burlas que en realidad no existen.
  4. Les cuesta pedir perdón de manera convincente, ya que su resistencia ante la disculpa está relacionada con su tendencia a reacciones agresivas y la dificultad de aceptar la responsabilidad de sus actos.
  5. Culpan a los demás de sus errores y atribuyen a otros la responsabilidad de lo que les ha salido mal.
  6. Son impulsivas en la toma de decisiones, lo cual se refleja en su mala gestión de la ira y en otros aspectos de su vida.
  7. Tienen mayores probabilidades de abusar de sustancias adictivas, lo cual puede agudizar su mala gestión de la ira y aumentar su agresividad.
  8. Rompen amistades con facilidad debido a sus cambios de humor y a su propensión a crear conflictos innecesarios.
  9. Muestran resentimiento por conflictos pasados y suelen recordar a quienes han ido en su contra en algún momento del pasado.

Entender el origen de la conducta violenta, la importancia de la interpretación de las situaciones y el aprendizaje de nuevas habilidades para afrontar problemas son fundamentales para una intervención adecuada y la mejora del comportamiento agresivo. El entrenamiento en habilidades de solución de problemas, asertividad y relajación son recursos utilizados en la terapia para abordar este tipo de dificultades.

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