La importancia de reconocer al otro: caricias psicológicas

Desde que nacemos, todos tenemos la necesidad de sentirnos reconocidos y valorados por las personas que nos rodean. Las caricias psicológicas juegan un papel fundamental en nuestro desarrollo emocional y nos permiten relacionarnos de manera saludable con nuestro entorno y con nosotros mismos. Sin embargo, es común encontrarnos con personas que han experimentado una falta de caricias positivas a lo largo de su vida, especialmente durante la infancia, lo que puede dar lugar a trastornos emocionales y orgánicos graves.

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¿Qué son las caricias psicológicas?

En el Análisis Transaccional, el concepto de caricia hace referencia al reconocimiento de la existencia del otro. Podemos transmitir caricias de diferentes formas: físicamente a través de abrazos, besos, palmadas, golpes, empujones; de forma escrita mediante cartas, postales, tarjetas; verbalmente a través de palabras como te quiero, no vales nada, te odio ; y gestualmente con miradas, sonrisas, ceños fruncidos, entre otros.

Las caricias pueden ser positivas o negativas. Las caricias positivas transmiten emociones agradables y animan a tener una buena conducta frente al otro, mientras que las caricias negativas transmiten emociones negativas y desagradables que disminuyen la autoestima. Las caricias negativas pueden ser agresivas o de lástima.

Además, las caricias se clasifican en incondicionales y condicionales. Las caricias incondicionales reconocen a la persona en sí misma, por el simple hecho de ser, mientras que las caricias condicionales reconocen conductas o circunstancias específicas, y se dan a condición de....

Por último, las caricias pueden ser auténticas, falsas o mecánicas. Las caricias auténticas nacen de sentimientos reales hacia la otra persona, las caricias falsas son agresivas y ocultan hostilidad, y las caricias mecánicas son mensajes de reconocimiento a los que estamos habituados y no tienen carga emocional.

La importancia de las caricias psicológicas en la infancia

Es en la infancia donde se establecen las bases de nuestras relaciones futuras. Cuando un niño recibe caricias positivas auténticas y sus necesidades emocionales y psicológicas son atendidas adecuadamente, aprende a relacionarse de forma tranquila y positiva. Sin embargo, si el niño no recibe estas caricias positivas, comienza a relacionarse con sus padres de forma forzada, llevando a cabo conductas premiadas por ellos. Aunque reciba caricias positivas, estas están condicionadas a su conducta y no son auténticas.

Si el niño no logra obtener caricias positivas a través de su comportamiento, es probable que comience a llevar a cabo conductas que obtengan algún tipo de castigo, como desobedecer, desafiar o romper cosas. Estas conductas buscan obtener caricias, aunque sean negativas, ya que la necesidad básica de caricias nos lleva a buscar cualquier tipo de reconocimiento antes que quedarnos sin él.

En casos extremos, cuando ni siquiera estos intentos son suficientes para obtener caricias, el niño puede somatizar la falta de reconocimiento, enfermando de alguna manera para obtener atención y caricias. Esta carencia en el desarrollo emocional puede tener consecuencias graves en la salud física y mental del individuo.

¿Cómo afectan las caricias psicológicas en nuestra vida adulta?

Es fundamental comprender qué tipo de caricias hemos recibido en nuestra infancia, cómo las buscamos ahora y cómo las brindamos a nuestro entorno. Nuestra forma de buscar y dar caricias puede estar influenciada por nuestra experiencia temprana. Además, nuestras preferencias en cuanto a las caricias pueden variar según nuestra cultura y nuestras vivencias personales.

Algunas personas tienen la costumbre de dar caricias que empiezan de forma positiva pero incluyen una crítica al final, lo que se conoce como caricias falsas. Otras personas son muy generosas al dar caricias positivas, pero no las brindan de manera sincera, lo que se conoce como caricias de plástico. Por otro lado, algunas personas tienen dificultades para dar cualquier tipo de caricia debido a una falta de caricias positivas en su infancia.

También es importante destacar que, además de aceptar y dar caricias, podemos pedirlas. Existe un mito que dice que las caricias que se piden no tienen valor, pero la realidad es que las caricias que recibimos al pedirlas tienen el mismo valor que las que recibimos sin pedirlas. Pedir una caricia no implica que sea menos valiosa.

Las caricias psicológicas son fundamentales para nuestro desarrollo emocional y para establecer relaciones saludables con los demás. Reconocer la existencia del otro a través de caricias auténticas y positivas nos brinda seguridad, confianza y aceptación. Es importante reflexionar sobre las caricias que hemos recibido en nuestra infancia, cómo las buscamos y cómo las brindamos a nuestro entorno. Pedir caricias también es válido y no disminuye su valor. Las caricias psicológicas son una forma de reconocimiento y amor que todos necesitamos para crecer y desarrollarnos plenamente.

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