Las asociaciones son agrupaciones de personas que se constituyen con el propósito de llevar a cabo una actividad colectiva de forma estable, democrática, sin ánimo de lucro e independiente del Estado, los partidos políticos y las empresas. Son fundamentales para el desarrollo de la sociedad, ya que permiten que las personas se unan para alcanzar objetivos que no podrían lograr de manera individual.
Características de una asociación
Las asociaciones se caracterizan por:
- Estar conformadas por un grupo de personas.
- Tener objetivos y/o actividades comunes.
- Funcionar de manera democrática.
- No tener ánimo de lucro.
- Ser independientes.
Es importante destacar que el hecho de no tener ánimo de lucro no implica que una asociación no pueda tener excedentes económicos al finalizar el año. Sin embargo, estos excedentes deben reinvertirse en el cumplimiento de los fines de la entidad.
Existen también las federaciones o coordinadoras, que son entidades formadas por la agrupación de varias asociaciones. Estas funcionan de manera similar a las asociaciones, pero sus socios son personas jurídicas, es decir, las asociaciones que pertenecen a la federación o coordinadora.
¿Para qué se crea una asociación?
Las asociaciones se crean con diferentes propósitos, entre los cuales destacan:
- Influir en algún aspecto de la realidad de un territorio, sector o parte de la sociedad.
- Responder a necesidades de comunicación, desarrollo cultural, ocupación del tiempo libre y promoción social de sus miembros.
- Realizar servicios y actividades que las instituciones públicas no desarrollan.
Las asociaciones son indispensables para ejercer un control sobre la acción de los gobiernos y la gestión de las administraciones, educar a las comunidades en la participación y la solidaridad, generar vida colectiva y promover el sentido de pertenencia e implicación en los proyectos de los barrios o poblaciones. Además, fomentan la cooperación entre sus miembros y contribuyen al desarrollo y progreso de la sociedad.
El asociacionismo en psicología
En psicología, el asociacionismo es un paradigma que justifica las técnicas asociativas, basándose en la idea de que la asociación es el mecanismo que explica cualquier actividad humana. Según esta corriente psicológica, el comportamiento creativo se puede estimular a través de procedimientos asociativos.
Los principales representantes del asociacionismo en psicología fueron D. Hartley, Th. Brown, James Mill, Stuart Mill y Alexander Bain. Estos autores se basaron en los postulados de los empiristas John Locke y David Hume, quienes afirmaban que el conocimiento se forma a partir de la experiencia y no de la razón.
El asociacionismo postula la existencia de ciertas leyes de asociación que rigen nuestros procesos mentales. Estas leyes son:
- Ley de contigüidad: dos procesos psíquicos, simultáneos o sucesivos en el tiempo, se asocian entre sí.
- Ley de frecuencia: las asociaciones son más estables cuanto más frecuentes sean.
- Ley de recencia: las asociaciones son más estables cuanto más recientes sean.
El asociacionismo también ha sido utilizado en el contexto del socialismo, especialmente en los primeros tiempos de esta corriente política. Además, en el ámbito de la educación social, se considera que el asociacionismo es fundamental para lograr la transformación de la realidad a través de la participación social.
Las asociaciones son agrupaciones de personas que se constituyen para llevar a cabo actividades colectivas de forma estable y democrática. Son fundamentales para el desarrollo de la sociedad, ya que permiten que las personas se unan para alcanzar objetivos comunes. En psicología, el asociacionismo es un paradigma que justifica las técnicas asociativas como mecanismos para estimular el comportamiento creativo. Las asociaciones son esenciales para promover la participación, la solidaridad y el desarrollo de la inteligencia colectiva en la sociedad.
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