Cómo dejar de morderse las uñas: consejos y psicología

El hábito de morderse las uñas es un fenómeno que algunas personas desarrollan hasta un extremo que resulta problemático. Lo que empieza siendo un acto semi-inconsciente y automático pasa a ser una fuente de malestar y dolor, el cual incluso va de la mano de un mayor riesgo de infecciones.

Contenido

Morderse las uñas de manera descontrolada: un problema frecuente

Son muchas las personas que en algún momento de su vida desarrollan el hábito de morderse las uñas. Se trata de un patrón de comportamiento que aparece de manera casi inconsciente, de un modo en el que no se le presta demasiada atención, y en algunos casos puede llegar a ser muy persistente, apareciendo una y otra vez cuando la persona deja de prestar atención a lo que hace con su cuerpo. Esto hace que, con el tiempo, puedan aparecer heridas en la punta de los dedos.

Causas

No existe una sola causa que explique la costumbre de morderse las uñas: es producto de una combinación de predisposiciones biológicas y experiencias aprendidas. Sin embargo, sí es cierto que se ha observado una mayor incidencia entre personas con determinados trastornos, como el síndrome de Tourette y determinadas adicciones. En general, es más frecuente que se transforme en un problema en quienes expresan dificultades para controlar sus impulsos.

Diferencia con la onicofagia

El hábito de morderse las uñas debe ser distinguido de la onicofagia. Esta palabra hace referencia a un trastorno psicológico basado en la conducta de comerse las uñas. Así, se distingue de la costumbre de morderse las uñas en dos aspectos fundamentales. Por un lado, en la mayoría de los casos implica meterse los trozos de uñas en la boca e incluso ingerirlos, no solo mordisquear. Por el otro, el grado en el que las personas que desarrollan onicofagia no pueden controlar este impulso hace que sea un trastorno; algo que no puede decirse de todos los casos en los que las personas se acostumbran a morderse las uñas.

¿Qué hacer ante este hábito?

Estos son algunos consejos a seguir para ayudar a mantener a raya la costumbre de morderse las uñas. Si tienes ese problema, aplícalos adaptándolos a tu caso específico.

Lleva un autorregistro

Tener a mano una pequeña libreta en la que ir anotando lo que nos pasa por la cabeza cada vez que nos mordemos las uñas con insistencia es una manera útil de aprender a detectar el estado psicológico previo a esta clase de comportamientos automáticos.

Aplica estrategias de gestión del estrés

Muchas veces, la acción de morderse las uñas responde a una manera de descargar tensiones acumuladas por el estrés. Por eso, aplicar medidas para gestionar la ansiedad y el estrés suele funcionar.

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Aplica un sistema de incentivos

Establece metas a corto plazo para conseguir pasar cuanto más tiempo posible sin llevarte los dedos a la boca. Por ejemplo, pasar 6 horas sin morderte las uñas para concederte un pequeño regalo cada vez que lo consigas.

Avisa a las personas de tu entorno cercano

Explícales que estás tomando medidas para dejar de lado el molesto hábito de morderte las uñas. De ese modo, tu grado de compromiso con este proceso de cambio aumentará, al tener más motivos para no abandonarlo al intentar evitar que los demás te vean mordiéndote las uñas.

Ve a terapia psicológica

Si no te funciona ningún consejo y por mucho que lo intentes sigues mordiéndote las uñas, es recomendable que acudas al psicólogo. En psicoterapia es posible contar con el trato personalizado de profesionales expertos en este tipo de problemas (y de muchos otros relacionados con la gestión de los impulsos).

Qué significa el gesto de morderse las uñas

Realizar este gesto para tranquilizarse puede tener consecuencias para la salud

Durante las épocas de mayor estrés o nerviosismo se recurre a la onicofagia, coloquialmente conocida como la acción de morderse las uñas. Este gesto refleja la ansiedad que la persona experimenta en un momento determinado y que puede provocarle la relajación parcial e inmediata. Sin embargo, habría que ver si ese ‘beneficio’ buscado al morderse las uñas compensa ya que, además de tener resultados antiestéticos, puede acarrear otros problemas de salud.

Causas y consecuencias

Estos hábitos se observan con frecuencia en niños y adultos jóvenes y está ligado a estados emocionales descompensados y que pueden extenderse hasta la edad adulta. Entre las diferentes causas para la conducta de morderse las uñas, la principal es el estrés y la ansiedad. Surge a raíz de situaciones y momentos más estresantes como, por ejemplo, a consecuencia de las excesivas expectativas de los padres respecto a los hijos, lo que repercute en los niños mediante comportamientos fijos y repetitivos como morderse las uñas. Tampoco puede descartarse el hecho de que los niños lo hagan como imitación de los gestos de personas, especialmente de aquellas que son un referente. En momentos de menor actividad, como ver la televisión o estar tumbado en el sofá, puede aparecer sin ningún factor determinante; en estos casos resulta más difícil de controlar.

Además de las posibles causas descritas en el desarrollo de este hábito, la onicofagia puede producir efectos negativos a diferentes niveles. Por un lado, todo lo relacionado con el aspecto físico se puede resumir en la producción de lesiones en la uña en sí hasta heridas que se producen en la cutícula y la piel que la rodea; estas heridas dejarían entonces una vía de entrada para bacterias y virus que podría desembocar en infecciones seguidas de inflamación. También puede producir deformaciones en las uñas y en las manos -en ciertas ocasiones también en los pies- y a su alrededor, causando así limitaciones en los efectos estéticos, lo que dificulta la realización de algunas actividades en las que es necesario precisión de las manos, como tocar un instrumento musical o dibujar. Una vez vuelven a aumentar de tamaño, las uñas pueden crecer torcidas o con una longitud limitada, impidiendo que se reestablezcan por completo. De este mismo modo, la función de las uñas se vería limitado, que es la de proteger los dedos de golpes y servir de barrera para la entrada de microorganismos en el cuerpo.

Por otro lado, puede afectar a nivel dental, provocar un mal encaje dentario y un desgaste del esmalte de las piezas dentales que puede acarrear caries. También pueden producirse cortes e infecciones en la mucosa labial: aftas, labios cortados y herpes. Asimismo, cuando la onicofagia se haya iniciado por cambios emocionales como ansiedad o estrés, el tener una manicura llena de heridas sangrantes y visibles puede acarrear vergüenza por su aspecto y, finalmente, empeorar las relaciones sociales con otras personas. En estos casos, será necesario llegar a la raíz del problema para solucionarlo.

Cómo dejar de morderse las uñas

El primer paso para terminar con esta mala costumbre es que la persona se interese por ello. En el caso de que la persona no muestre interés, es primordial insistirle en la importancia de hacerlo.

Consejos para evitar morderse las uñas:

  • Relacionar momentos en los que se muerdan las uñas para intentar evitarlos. Por ejemplo, si se trata de momentos de aburrimiento, evitar los ratos muertos e intentar tener ocupadas las manos -tocar un instrumento u objetos que sirvan de relajación-.
  • Evitar tomar productos estimulantes como, por ejemplo, café, té, refrescos con cafeína, etc.
  • Buscar un sustitutivo cuando entren ganas de mordérselas.
  • Hacerse la manicura a menudo, manteniéndolas cortas y limadas, hará que las personas se acostumbren a vérselas bien arregladas, lo que puede ser un incentivo para evitar que más adelante arranquen el esmalte o se muerdan las uñas.
  • Llevar guantes para evitar la tentación en épocas de frío.
  • Cubrir los dedos con protectores de goma o tela.
  • Aplicar esmalte de uñas que contenga propiedades amargas. No obstante, hay que tener en cuenta que, si bien las sustancias amargas disuaden a la persona de querer morderse las uñas, con el tiempo puede acostumbrarse al sabor de estas sustancias.

La situación cambia por completo cuando la persona a la que se quiere ayudar es un niño, ya que algunos de los puntos no se pueden controlar o no se adaptan adecuadamente a las actividades cotidianas. En estos casos se recomienda:

  • Aplicar el esmalte de uñas siempre que no sean menores de 3 años.
  • Reprender el comportamiento para evitar que se produzca de nuevo.
  • Combatir el hábito concienciando sobre la onicofagia, advirtiendo las señales y desarrollar una respuesta, como proporcionarles objetos que puedan manipular.

Cómo utilizar el esmalte de uñas

Existen diferentes presentaciones de esmaltes de uñas: unos tienen envases tradicionales con recipiente y tapón que incorpora el pincel, otros, los más modernos, tienen forma de stick.

Debido a que la onicofagia puede deteriorar las uñas dejándolas frágiles, quebradizas y débiles, lo ideal es que los esmaltes de uñas, además de disuadir para que la persona deje de mordérselas, fortalezcan, hidraten y mejoren su aspecto. Preferiblemente, los esmaltes también dispondrán de secado rápido, condiciones organolépticas adecuadas (sabor muy amargo, pero olor agradable), con una pauta posológica única, con resultados visibles en un corto periodo de tiempo y que favorezcan la regeneración de la cutícula y piel alrededor de las uñas.

A pesar de que no todos los productos dermatológicos están formulados de igual forma ni presentan las mismas características, sí que comparten una sustancia amarga para disuadir a las personas de morderse las uñas. Este principio activo se trata del benzoato de denatonio, considerado como la sustancia más amarga por el libro de los Récord Guinness, descubierto en 1958 por un equipo científico de Macfarlan Smith que trataba de producir un nuevo anestésico local y obtuvo como resultado una sustancia inocua. Gracias al amargor que produce al entrar en contacto con las papilas gustativas ayuda a evitar la onicofagia, así como accidentes. Esto se debe a que también lo contienen otros productos que no están dirigidos a ser ingeridos, como por ejemplo juguetes infantiles que se recubren con benzoato de denatonio con el fin de disuadir a los más pequeños para que no los muerdan y se los traguen.

Las lacas de uñas difieren unas de otras, ya que algunas contienen extractos para completar y mejorar las propiedades. Por ejemplo:

  • Extracto de Allium sativum como antimicrobiano.
  • Aceite de la semilla de Ricinus communis como hidratante y emoliente.
  • Aceite de la semilla de Helianthus annuus como emoliente y enmascarante.
  • Extracto de castaño de indias, Aesculus hippocastanum, ingrediente astringente que provoca una sensación que combina amargura y sequedad, potenciando así el benzoato de denatonio.

Previamente a la aplicación del esmalte de uñas, se debe limpiar la zona. Al aplicarlo, deberá ser en el borde de la uña y, en el caso de que sea persistente, también aplicar sobre la piel que rodea la uña cuando se trata de hábitos muy persistentes. Aplicar alrededor de 2 veces al día, pero según se especifique en el envase. Se debe tener en cuenta el periodo de validez tras su apertura ya que normalmente se recomienda desecharlo transcurridos los meses indicados.

El hábito de morderse las uñas puede ser un problema que afecta tanto a nivel físico como emocional. Es importante tomar medidas para controlarlo y superarlo. Siguiendo los consejos mencionados anteriormente, como llevar un autorregistro, aplicar estrategias de gestión del estrés, establecer metas a corto plazo y buscar apoyo profesional si es necesario, se puede lograr dejar de morderse las uñas. Además, el uso de esmaltes de uñas con propiedades amargas puede ayudar a disuadir este hábito. Recuerda que cada persona es diferente, por lo que es importante adaptar estas recomendaciones a tu caso específico. ¡No te desanimes y sigue trabajando para dejar atrás este hábito perjudicial!

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