La posesión en las relaciones de pareja es un tema que ha sido objeto de debate y estudio en la psicología. Muchas personas tienden a confundir el amor con la posesión, creyendo que amar significa tener control absoluto sobre la otra persona. Sin embargo, esta visión errónea puede llevar a relaciones tóxicas y dañinas.
El sentido de posesión en el amor
El sentido de posesión en el amor es fruto del miedo al abandono y la inseguridad personal. Esta necesidad de controlar y poseer a la pareja surge de experiencias negativas o traumáticas en el pasado, así como de creencias limitantes sobre cómo debería ser una relación amorosa.
Las personas que sienten esta posesión extrema suelen tener miedo a perderlo todo, incluso a las personas que más quieren. Por eso, se aferran a su pareja y la controlan en un intento de evitar el abandono. Sin embargo, esta actitud solo genera más inseguridad y desconfianza en la relación.
Otro factor que contribuye a la posesión en el amor es el apego excesivo a los padres. Cuando una persona ha estado fuertemente vinculada a sus padres desde temprana edad, es probable que transfiera ese apego a todas sus relaciones amorosas, buscando en su pareja la figura de seguridad y protección que tenía en la infancia.
Además, la creencia de que la felicidad depende de poseer a alguien más es otra razón por la que algunas personas desarrollan un sentido de posesión en el amor. Piensan que solo pueden ser felices si tienen el control absoluto sobre su pareja, lo cual los hace vulnerables a ser lastimados y les impide desarrollar una relación basada en la confianza mutua y el respeto.
La posesión y la felicidad
La posesión en el amor no solo se limita a las relaciones de pareja, sino que también puede manifestarse en la obsesión por tener objetos materiales. Muchas personas creen que acumulando más cosas serán más felices, pero esto es un error. La felicidad no se encuentra en la posesión, sino en la aceptación de uno mismo y en el amor propio.
El problema radica en darle un poder excesivo tanto a la pareja como a las cosas que tenemos o queremos tener. Creemos que al tener a alguien a nuestro lado nos sentiremos seguros y felices, pero esto no siempre es así. Cuando la posesión se convierte en apego, perdemos nuestra propia identidad y nos convertimos en dependientes emocionales de la otra persona.
Es fundamental comprender que amar de verdad implica permitir que la persona amada sea libre. No podemos controlar ni manipular a alguien para que esté con nosotros. La verdadera esencia del amor es la libertad y el respeto mutuo. Si queremos construir relaciones saludables y duraderas, debemos aprender a confiar en nosotros mismos y a ser responsables de nuestra propia felicidad.
Los celos por posesión
Los celos posesivos son otro aspecto relacionado con la posesión en las relaciones de pareja. Las personas que experimentan celos posesivos suelen tener una gran desconfianza y obsesión hacia su pareja, necesitando controlarla en todo momento.
Los celos posesivos son un problema que requiere ayuda psicológica, ya que estas personas no suelen reconocer que sus acciones son incorrectas. Justifican sus celos como una muestra de amor, pero en realidad, su amor obsesivo puede causar mucho sufrimiento tanto para ellos como para su pareja.
Los celos posesivos se originan principalmente por dos razones: el miedo a perder los beneficios y recompensas que la relación proporciona, y la pérdida de seguridad en uno mismo y en la propia autoestima. Estos celos suelen surgir cuando se percibe la presencia de un tercero en la relación, ya sea en el ámbito laboral, social o familiar.
Para superar los celos posesivos, es necesario tomar conciencia del problema y buscar ayuda profesional. La terapia de pareja puede ser una herramienta eficaz para trabajar en la confianza mutua y en el desarrollo de una relación sana y equilibrada.
La diferencia entre ser celoso y posesivo
Es importante distinguir entre ser celoso y posesivo, ya que aunque ambos comportamientos están relacionados con la posesión en las relaciones, tienen diferencias significativas.
La persona celosa puede experimentar inseguridades y desconfianza, pero no busca controlar o poseer a su pareja. Los celos pueden surgir por diferentes motivos, como la falta de comunicación, la falta de compromiso o la presencia de terceros en la relación. Sin embargo, una persona celosa puede trabajar en sus emociones y aprender a confiar en su pareja.
Por otro lado, la persona posesiva busca tener un control absoluto sobre su pareja, limitando su libertad y autonomía. El posesivo siente una necesidad constante de verificar la fidelidad de su pareja y tiende a controlar todos sus movimientos. Este comportamiento es perjudicial tanto para la persona posesiva como para su pareja, ya que no permite el crecimiento personal ni la construcción de una relación basada en el respeto y la confianza mutua.
La posesión en las relaciones de pareja es un tema que debe ser abordado desde la psicología. Es importante comprender que amar no es poseer, sino permitir que la persona amada sea libre. La felicidad no se encuentra en la posesión, sino en el amor propio y en la aceptación de uno mismo. Si experimentas celos o posesión en tu relación, busca ayuda profesional para trabajar en estas emociones y construir una relación saludable y equilibrada.
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