La falta de sueño es un problema común en la sociedad moderna y puede tener graves repercusiones en nuestra salud física y mental. En este artículo, exploraremos las consecuencias psicológicas de la falta de sueño y cómo afecta nuestras emociones.
Cómo afecta la falta de sueño a las emociones
La falta de sueño, especialmente si se prolonga en el tiempo, afecta de muy diversas formas a nuestro buen funcionamiento y nos expone a padecer multitud de patologías. Una nueva revisión sistemática ha puesto el acento en las consecuencias psicológicas y, en concreto, las repercusiones en el estado de ánimo.
El trabajo publicado en Psychological Bulletin, de la Asociación Americana de Psicología, recopila los resultados de los estudios más relevantes de los últimos 50 años sobre la relación entre privación de sueño y alteraciones del estado de ánimo. Se trata de investigaciones con diversas formas de evaluar los efectos de la falta de descanso nocturno: interrumpir el sueño de los participantes durante una o más noches, permitirles dormir algo menos de lo habitual o despertarles en medio de la noche.
Síntomas de ansiedad por la falta de sueño
Las consecuencias más habituales de dormir mal o menos tiempo del necesario fueron una reducción de las emociones positivas -alegría, satisfacción, felicidad- y un incremento de los síntomas de ansiedad, como un mayor nivel de preocupación o aceleración del ritmo cardiaco.
Según explica la autora principal de esta revisión sistemática y metaanálisis, Cara Palmer, de la Universidad Estatal de Montana (Estados Unidos), estos efectos se apreciaron “incluso después de períodos cortos de pérdida de sueño, como quedarse despierto una o dos horas más tarde de lo habitual o después de perder solo unas pocas horas de sueño".
En cambio, no se pudo establecer una relación tan fuerte entre dormir mal y los síntomas de depresión y tampoco fue especialmente significativa la mayor frecuencia de emociones negativas como la tristeza o el estrés.
Los autores advierten que su estudio tiene algunas limitaciones que restan fortaleza a sus resultados. La principal es, probablemente, que la mayoría de los participantes eran adultos jóvenes, con una edad media de 23 años. Futuras investigaciones deberán incluir muestras con edades más avanzadas para poder comprender mejor cómo afecta la privación de sueño al estado de ánimo en las distintas etapas de la vida.
Posibles tratamientos
Una revisión publicada en Sleep Medicine Reviews repasa las posibles intervenciones terapéuticas frente a la ansiedad causada por la falta de sueño. Sus autores, encabezados por Daniel Aeschbach, de la Universidad de Harvard (Boston, Estados Unidos), partieron de la noción de que los trastornos del sueño, y en particular el insomnio, afectan a en torno el 50% de las personas con ansiedad. La falta de sueño puede ser el origen de este trastorno del estado de ánimo y, en personas que ya lo padecen, lo puede agravar aún más.
Los tratamientos más habituales para mejorar el sueño de quienes sufren ansiedad se basan en la administración de antidepresivos o benzodiacepinas, las intervenciones sobre el estilo de vida (dieta, ejercicio físico, higiene del sueño) y la terapia cognitivo-conductual enfocada en el insomnio. A pesar de que se trata de métodos muy eficaces, se ha constatado que hasta un 30% de los individuos con ansiedad no responden a ellos. Aeschbach y su equipo consideran que algunas de estas personas podrían beneficiarse de las nuevas técnicas de estimulación cerebral no invasiva, que se dirigen a mejorar la fase conocida como sueño de ondas lentas como objetivo terapéutico para disminuir la ansiedad.
- ¿La falta de sueño puede afectar mi sistema inmunológico?
Sí, la falta de sueño puede afectar tu sistema inmunológico. Estudios han demostrado que las personas que no tienen suficiente sueño tienen más probabilidades de enfermarse después de estar expuestas a un virus. Además, la falta de sueño puede afectar la velocidad de recuperación si ya estás enfermo.
- ¿Cuántas horas de sueño necesito para fortalecer mi sistema inmunológico?
La cantidad óptima de sueño para la mayoría de los adultos es de siete a ocho horas por noche. Los adolescentes necesitan de nueve a diez horas, mientras que los niños en edad escolar necesitan diez o más horas de sueño. Dormir más de nueve a diez horas por noche puede producir sueño de mala calidad en los adultos.
La falta de sueño puede tener consecuencias psicológicas y emocionales significativas. La reducción de las emociones positivas y el aumento de los síntomas de ansiedad son algunos de los efectos más comunes. Es importante tomar medidas para mejorar la calidad y la cantidad de sueño, ya que esto puede tener un impacto positivo en nuestra salud mental y emocional.
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